martes, 12 de mayo de 2009


“Creo que esta crisis durará largo tiempo, quizá una década”
Entrevista/Anwar Shaikh.


Anwar Shaikh es profesor de la Universidad New School de Nueva York y considera que la actual crisis “es la primera Gran Depresión del siglo XXI”.


Por Humberto Campodónico y Javier Iguíñiz Echeverría.

La República, 11 de mayo del 2009



¿Considera usted que, si hubiera habido una mejor regulación, quizá no hubiera habido crisis financiera?


–El capitalismo se guía por el objetivo de buscar ganancias, y la rentabilidad tiene su propia dinámica. En este aspecto, lo crucial es el diferencial de la tasa de ganancia con la tasa de interés, ya que es la tasa neta la que da lugar a la inversión activa (o real), que es opuesta a la tenencia pasiva de activos que generan intereses (como bonos, por ejemplo).


Lo impactante de la recuperación de la crisis de los años 70 es que solo hubo modestas alzas de la tasa de ganancia. Lo que en verdad “embelleció” a la recuperación de los años 80 fue la dramática caída de la tasa de interés (por ejemplo de los bonos del Tesoro a tres meses), que pasó de 14% en 1981 a algo más del 1% en el 2003. Esta amplia reducción de la tasa de interés aumentó la tasa de ganancia neta lo que, a su vez, propició la inversión por 20 años después de 1982. Pero las bajas tasas de interés también alimentaron el aumento correspondiente de gastos financiados con deudas de las empresas y de los consumidores.


El resultado fue un proceso de crecimiento que se dio la mano con las burbujas en el sector inmobiliario y en los mercados financieros. La crisis de las hipotecas subprime en EEUU fue el gatillo y no la causa de la actual crisis. La desactivación gradual de las regulaciones que habían limitado la actuación de las instituciones financieras agravaron los efectos de la crisis. La desregulación ha sido el mantra (leitmotiv) de la agenda mundial neoliberal por más de dos décadas, reforzada por el poder de la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).


En el libro “El Mito del Libre Comercio” se dice que los países industrializados adoptaron políticas proteccionistas para industrializarse, pero una vez que alcanzaron su objetivo “patearon la escalera” porque no querían que la misma política se aplique en países no industrializados.


–Como dije en las respuestas anteriores, creo que el neoliberalismo es la agenda que mejor expresa los intereses de los países desarrollados. Y la crisis, ciertamente ha expuesto las falacias de este argumento. Pero la gran mayoría de economistas, tanto académicos como de instituciones no gubernamentales, son parte del mismo problema. Así, la cuestión es: ¿cómo recobramos el control de la teoría y la práctica del desarrollo económico?¿Cuán profunda y larga cree que será la crisis?–Creo que esta crisis durará largo tiempo, quizá una década. Los cambios estructurales que traerá recién se están negociando y la lucha por el futuro recién comienza. En Europa este proceso puede ser aún más largo, lo que es bueno porque sus estructuras sociales y políticas (como la familia en España e Italia, y el Estado de bienestar en la mayoría de países) actúan como importantes colchones del shock, mientras se define la nueva agenda social.


¿Está de acuerdo en que esta es una crisis sistémica?–Esta crisis es una expresión de tendencias sistémicas que se expresan periódicamente como Grandes Depresiones. Es interesante notar que los historiadores económicos hablan de las Grandes Depresiones de los años 1840, 1870 y 1930. Creo que el periodo del año 79, la así llamada Gran Estanflación (estancamiento con inflación) fue un evento parecido y ahora estamos viviendo otro episodio más de este fenómeno recurrente. Considero que la actual crisis es la primera Gran Depresión del siglo XXI. Las crisis de este tipo generalmente se resuelven con un nuevo conjunto de instituciones (globales), un nuevo balance de poder entre las fuerzas en pugna dentro y entre las naciones, y, sobre todo, por una recuperación de la rentabilidad de las empresas sobrevivientes en la medida que adquieren, a precios muy bajos, los activos de los competidores que quiebran. El balance entre los sueldos y salarios reales y la productividad también se inclina típicamente a favor de las empresas debido al desempleo generado por la crisis.


¿Cree que va a haber convergencia entre el sistema europeo de Estado del bienestar y las instituciones de Estados Unidos que son más pro libre mercado?


–Sí, porque creo que el capital en EEUU ya ha venido planteando que se socialicen los gastos en salud y educación, de manera que se reduzca la carga de estos costos para las grandes empresas. Canadá está mucho más avanzada que EEUU en este aspecto y le está yendo mejor en la crisis. Europa es un caso mixto, pues va desde países como Suecia y Dinamarca hasta otros como España y Grecia. La crisis ha hecho que en EEUU todo un sector de la población ahora esté dispuesto positivamente a avanzar hacia el campo de una salud y educación más socializada. Creo que la administración del Presidente Barack Obama es consciente de la importancia política de este tema.


Perfil


Viene a lima. Anwar Shaikh es profesor de la Universidad New School de Nueva York. Shaikh es autor de varios libros sobre la teoría de la acumulación y del valor. Es un crítico de los enfoques ortodoxos del comercio internacional. Estará en Lima en un seminario organizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos del 13 al 15 de mayo.


Falta otra contribución clave de Keynes

¿Qué tipo de enfoque “keynesiano” está siendo propuesto por Krugman, Stiglitz y otros economistas?


Es muy interesante apreciar cuán rápidamente ha vuelto la economía keynesiana como un instrumento retórico, aunque es negada en la teoría y no muy aplicada en la práctica. Lo que esto significa es que hay un consenso general que apoya los déficits presupuestales, pero no necesariamente un acuerdo sobre la naturaleza del gasto. La idea de reforzar la base de activos de los bancos se predica bajo la noción de que si los bancos no colapsan, entonces los bancos podrán otorgar crédito a las empresas, las mismas que a su vez emplearán más trabajadores.


Sin embargo, los bancos se han quedado, correctamente, con el dinero, diciendo que es muy peligroso comprometer el dinero en nuevos emprendimientos empresariales. Es por ello que los responsables de la política económica se movieron hacia la idea de ayudar directamente a las empresas, esta vez con el argumento de que eso “chorrearía” a los trabajadores bajo la forma de nuevos empleos. Pero sucede que los empresarios están aceptando el dinero y se están quedando con él, una vez más, con el argumento de que el clima económico es muy riesgoso como para invertirlo en expandirse o poner en marcha nuevos proyectos (y porque tienen demasiados bienes “stockeados” en sus inventarios).


Por eso, lo que está faltando es que otra contribución clave de Keynes, que es el empleo directo de trabajadores por el Estado. En este caso, el dinero que ellos reciben se gasta en bienes y activos financieros, encontrando de esta manera su camino hacia las empresas y los bancos. Esta es la parte del “chorreo hacia arriba” del keynesianismo, que comienza con promover el empleo y termina en los bancos. No hace falta decir que los bancos y a las empresas les entusiasma menos este enfoque.

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